Desde pequeñitas aprendimos a rechazar nuestro cuerpo: a odiar nuestros pelos, a sentirnos mal cuando aparecen las estrías o celulitis, a odiar como se ve nuesro rostro con acné, a sentir asco, odio o vergüenza por nuestra menstruación, a juzgarnos por lo que nos sobra o nos falta y a tratarnos muy mal cuando tenemos algunos kilitos de más.
Con el tiempo nos vamos llenando de emociones que contaminan aún más nuestro trato interno, haciendo cada vez más difícil el proceso.
Culpa, vergüenza, inseguridades, tristeza, rabia o frustración podrían ser emociones que transitamos a diario y que nos hacen mucho daño.
Tratamos de compensar estas sensaciones con hábitos que terminan siendo dañinos o esclavizantes, terminando estresadas, deprimidas o enfermas. Intentar alcanzar nuestra propia aceptación y la de los demás nos aleja cada vez más de la alegría, disfrute, energía, motivación, satisfacción, optimismo y vitalidad, cuando lo paradójico es que son estas mismas emociones las que necesitamos estimular para elevar nuestra autoestima.
¿CÓMO DESARROLLAR ESTAS EMOCIONES POSITIVAS?
Cuando comencemos a enfocarnos en sentirnos bien PARA NOSOTRAS MISMAS, nos propondremos pequeños (y alcanzables) objetivos que, al irlos cumpliendo, estimularán nuestro espíritu de logro personal. En el camino iremos reconociendo y valorando nuestros avances, quepor mínimos que estos parezcan, nos conectarán con la alegría y satisfacción personal, ya que solo nosotras mismas sabremos lo que nos costó lograr esto. Cuando vamos viendo resultados concretos, serán estos mismos los que nos aporten la motivación y optimismo para seguir creciendo, conectándonos así con nuestro valor personal, autoreconocimiento y, en consecuencia, con la gratitud por todo lo conseguido en el proceso.
Si bien el proceso no será fácil, con el tiempo irá mejorando la forma en que nos vemos y nos tratamos internamente, y así aumentando nuestra persepción personal y seguridad.
DESAPRENDER PARA REAPRENDER
Es importante entender que todo lo que hoy podemos creer sobre nosotras mismas fueron ideas que otras personas pudieron haber transmitido y las hicimos parte de nuestro propio diálogo interno. La buena noticia es que así como un día aprendimos conceptos que nos limitan, condicionan, enferman, deprimen, estresan o estancan, hoy podemos integrar en nuestra vida nuevas creencias que potencien nuestro desarrollo personal, bienestar y autoestima.
AUTOESTIMA Y TERAPIA FLORAL
Cuando trabajamos en nuestra autoestima con las flores de Bach aprendemos a cambiar la mirada que tenemos sobre nosotras mismas, modificando nuestro trato interno a uno más comprensivo, compasivo y amoroso con quienes somos y nuestra historia de vida, desarrollando nuestras capacidades y potenciales y reconociendo el valor que tenemos más allá de lo que no nos gusta o de cómo creemos nos ve nuestro entorno.
Algunas esencias florales que te podrían ayudar:
🌸Manzanita: para personas que no aceptan el cuerpo físico en su totalidad. Rechazo, aversión o negación del cuerpo o algunas de sus partes por ser consideradas impuras, feas o incluso repulsivas.
Nos ayuda a aceptar el cuerpo de forma integral. Estimula nuestra autenticidad y belleza interior, entendiendo que cada cuerpo es singular y que es parte importante de nuestra personalidad.
🌸Madrone: para personas con dificultad para aceptar la propia imagen física y que podrían caer en un desequilibrio alimenticio como la bulimia o anorexia. Nos ayuda a aceptar nuestro cuerpo tal y como es, aportando paz, calidez y auto nutrición.
🌸Pretty Face: para personas que se sienten feas, diferentes o rechazadas por su apariencia física. Preocupación excesiva por el aspecto físico, miedo a no ser aceptadas, inseguridad, desvalorización, comparación, vergüenza y/o imagen distorsionada de sí misma. Nos ayuda a conectar con la aceptación, autovaloración, carisma, amor propio y belleza interior.
🌸Crab Apple: para personas que les desagrada o avergüenza algo de su personalidad o algún aspecto físico. Fijación en algo que resulta indeseable (olores, aspecto físico, asco o rechazo de los fluidos o procesos naturales del cuerpo). Para personas con baja autoestima, con una mala imagen de si mismas y con tendencia a compararse con otras personas.
🌸Larch: para quienes sienten inseguridad y falta de confianza en sí mismos. Nos ayuda a confiar en nuestras capacidades, nos da el valor necesario para tomar riesgos y lograr nuestros objetivos. Eleva nuestra autoestima y seguridad integrando la idea de: “Yo puedo y soy capaz”.
🌸Sunflower: para quienes se sienten opacadas, desvalorizadas, poco asertivas o por el contrario vanidosas, arrogantes, prepotentes, sobervias y orgullosas. Nos ayuda a desarrollar nuestro valor, seguridad y potencial, experimentando relaciones desde la igualdad sin sentirnos opacadas ni opacar a los demás para brillar.
🌸Buttercup: para personas que buscan el reconocimiento y valoración a través de sus actos y logros, lo que lleva a una constante sensación de comparación, autoexigencia e insatisfacción. Nos ayuda a conectar con la autoaceptación, autovaloración y autoreconocimiento. Eleva nuestra autoestima, aportando alegría, confianza y seguridad interior.
🌸Equinacea: nos ayuda a restaurar la dignidad cuando hemos vivido experiencias de maltrato, humillaciones, abusadas, heridas, discriminadas o maltratadas. Nos ayuda a trabajar en el sentimiento de merecimiento, identidad y autoestima.
🌸Redbud: para personas apegadas excesivamente a la apariencia física y deseos de juventud. Nos ayuda a aceptar el envejecimiento y maduración con gratitud.
🌸Columbine: para personas que sienten no encajan en determinados grupos o ambientes. Nos ayuda a disfrutar de nuestra individualidad, entendiendo que ser diferentes es lo que nos hace únicas e irremplazables. Potencia nuestra autoestima, habilidades, talentos y libre expresión.
🌸Pine: para personas rigidas consimo mismas, que se critican, castigan y culpan constantemente. Nos ayuda a generar un trato compasivo, indulgente y amoroso con nosogtras mismas, desarrollando así mismo nuestra capacidad de merecimiento.
Si te interesa trabajar en tu trato interno y autoestima te invito a tomar el plan de 3 o 6 sesiones de terapia floral, en las que trabajaremos en profundidad tu amor propio.
El Día del Amor y la Amistad es un día en el que se celebramos nuestras relaciones amistosas y de pareja, siendo estas últimas causa frecuente por el que muchas personas llegan buscando alivio emocional a la terapia floral.
Aunque a ratos pueda ser doloroso, el amor es una necesidad humana que nos aporta seguridad, pertenencia, aceptación, propósito, satisfacción y felicidad, y aunque en ocasiones nos genere sufrimiento, pareciera ser algo que nunca dejamos de buscar.
¿CÓMO PODRÍA AYUDAR LA TERAPIA FLORAL A MEJORAR NUESTRAS RELACIONES?
La terapia floral es una disciplina y medicina natural que trabajan en nuestras emociones, por lo que es una herramienta que puede acompañarnos en los distintos procesos de una relación.
Aquí te comparto algunas esencias que te podrían ayudar:
Mimulus y Larch: nos aportan la valentía y confianza que necesitamos para superar nuestros miedos, aliviando la timidez y nerviosismo que podrían acompañarnos en un primer encuentro.
Holly y Caléndula: nos ayudan a aliviar el enojo y expresión dura, favoreciendo la empatía, amor y comunicación.
Heather, Milkweed, Chicory y Bleeding Heart: alivian la sensación de soledad, celos, inseguridad y dependencia emocional, ayudando a estimular la individualidad, desapego, madurez y libertad.
Clematis: nos ayuda a dejar de romantizar la realidad, evitando luego la desilusión y frustración.
Hibiscus: estimula el disfrute, pasión, dulzura, sensualidad y placer sexual.
Oregon Grape: alivia los sentimientos de desconfianza, ayudando a reconocer las buenas intenciones en los demás.
Sweet Chestnut y Star of Bethlehem: alivian el dolor, angustia, sufrimiento y shock emocional que surge cuando terminamos una relación.
Evening Prime Rose y Pink Monkey Flower: alivian los miedos y barreras que ponemos por miedo al rechazo, ayudando a abrirnos y generar vínculos más verdaderos y profundos.
Chesnut Bud y Joshua Tree: nos ayudan a cortar con la repetición de patrones que impiden nuestra evolución y crecimiento.
Black Cohosh: nos aporta el coraje que necesitamos para salir de relaciones tóxicas, violentas, adictivas o abusivas.
✨No olvides siempre consultar con tu terapeuta floral, quien te orientará en la elección y dosificación adecuada de las esencias florales según tu situación✨
A mis veintitantos tuve mi primera ruptura amorosa y con ella experimenté el dolor de haber idealizado el amor.
Con el paso del tiempo (y harta terapia por supuesto) me di cuenta que la vida tenía preparado un recorrido distinto al que yo había trazado para mí en el amor.
Aunque entenderlo, aceptarlo y disfrutarlo me llevó tiempo, logré incluso transformarlo en desarrollo personal y autoconocimiento.
Hoy te comparto algunas de las cosas que la vida me ha ido enseñando sobre el amor:
NO ERES TÚ, SOY YO
No siempre el problema eres tú cuando alguien decidió terminar con tu relación. Todos tenemos miedos y heridas muchas veces inconscientes y nos vínculamos (o desvinculamos) desde ahí.
EXPECTATIVAS
El amor no es lindo todo el tiempo, creer que es así causa mucho sufrimiento. Las dificultades y conversaciones incómodas son inevitables y parte de cualquier vínculo.
MEDIA NARANJA
La pareja perfecta no existe, si no quien con sus defectos y virtudes es perfecta para ti. Con quien sientas haces equipo y al mismo tiempo puedes desarrollarte y crecer.
AUTENTICIDAD
Ser quien realmente somos con nuestras virtudes y defectos es nuestra mejor versión, pero antes de pedir que otro lo valore, la primera que debe aceptarse y quererse debes ser tú.
SOLTAR
Lo que tiene que ser para ti, no necesitas forzar ni controlar, sin embargo hay que cuidarlo y darle amor a diario.
EQUILIBRIO
Dar mucho es igual de perjudicial que dar poco, no puedes olvidarte de ti, así como tampoco del otro.
EQUIPO
Es importante trabajar por un propósito común y el primero de todos es construir la propia relación.
AMAR(ME)
Dar para recibir a cambio nos hará sentir que lo que recibimos nunca es suficiente, ya que sólo es una forma de satisfacer nuestras carencias afectivas. Cuando comenzamos a amarnos aprendemos a compartir el amor que primero sabemos darnos a nosotras mismas.
LEY DEL ESPEJO
Mientras menos nos criticamos y más nos aceptamos internamente, más queremos y aceptamos en otro lo que podríamos considerar sus “defectos”.
AMOR V/S ODIO
El enojo en muchas ocasione es sólo una máscara que nos protege del dolor (o desamor). Al distinguirlo tenemos la posibilidad de dejar de alimentar la falta de entendimiento y mala comunicación.
NO EXISTEN LOS ADIVINOS
Esperar que otra persona interprete lo que nos pasa sólo nos generará frustración y desilusión, es por eso la importancia de aprender a comunicar lo que necesitamos o sentimos.
NO EXISTE UNA SOLA FORMA DE AMOR
Todos amamos distinto, no podemos exigir que nos den lo mismo que damos, pero si podemos aprender a identificar los gestos de compromiso y amor que tiene la otra persona contigo y la relación.
NO HAY VUELTA ATRÁS
Reflexionar antes de actuar. Lo que toma tiempo construir, una pequeña acción o palabra lo pueden destruir.
NO ES PACIENCIA, ES AMOR
Una relación es un desafío constante y es ahí cuando realmente se pone a prueba el amor.
AMIGA, AHÍ NO ES
No se trata de salir corriendo ante la primera dificultad, pero si ya diste lo mejor de ti y no parece resultar, es la señal más clara de que es mejor dar un paso al lado y continuar.
LA RECETA
No todos somos iguales y tampoco existe una sola receta para el amor, lo importante es identificar si lo que tienes te hace realmente feliz.
EL GRAN DESAFÍO
Aprender a disfrutar de la soltería a veces parece un gran desafío, sin embargo lo realmente difícil es aprender a tener relaciones sanas, conscientes, amorosas, maduras y equilibradas.
Lo siento, pero mi deber no es ilusionarte, sino más bien contarte que sanar nuestra autoestima no es un trayecto donde todo es color de rosa, sino más bien un proceso que requiere trabajo, perseverancia y valentía.
Creer que amor propio implica simplemente cuidarnos, poner límites y priorizarnos es, a penas, una parte de lo que significa amar cada pedacito de nosotras mismas.
Para querernos primero tenemos que conocernos, mirar hacia dentro para identificar todo lo que está impidiendo tener un mejor trato interno.
En ese proceso vamos encontrándonos con nuestra sombra, aquellos aspectos, vivencias o emociones que evadimos y reprimimos. Vamos descubriendo en nuestra historia aquellos episodios que nos alejaron de nuestra autoestima y de donde provienen determinadas creencias que dan vida a nuestro diálogo y trato interno.
En ese proceso vamos cambiando nuestra forma de elegir, pensar, decidir o actuar. Hay cosas que van quedando atrás y otras que comienzan a llegar y esos cambios no siempre son fáciles de gestionar.
Porque trabajar en nuestro amor propio significa abrirnos a lo incierto, a romper patrones, cuestionar nuestros valores y salir de nuestra zona de confort, y eso se hace mirando de frente nuestros miedos.
Y no es que quiera desilusionarte sino mostrarte que trabajar en una misma es un camino diario, un proceso con múltiples desafíos, pero que al mismo tiempo nos regala la satisfacción diaria de conocernos, respetarnos, superarnos, querernos, cuidarnos, entendernos y sanarnos, ayudándonos a mejorar la forma en que nos desenvolvemos y desarrollamos, tanto a nivel personal, así como con los demás.
Por eso es tan importante el compromiso que tengas contigo misma en este camino de autoconocimiento y desarrollo personal, además del vínculo, apoyo y guía que pueda entregarte tu terapeuta floral.
Cuando finaliza un año muchas veces queremos dejar algunas experiencias atrás y proyectamos toda nuestra energía y esperanza en el nuevo ciclo que pronto iniciará.
Para muchas personas es habitual realizar diversos rituales los últimos días de diciembre o los primeros días del año siguiente. Uno de estos rituales es la popular costumbre de comer 12 uvas mientras se espera medianoche. Cada una de las uvas representa un mes del año y se cree que traerá prosperidad y buena suerte.
Pero ¿será que tenemos que dejar todo lo que esperamos de un año a la buena fortuna? Pues yo te comparto un consejo por cada mes del año con el que podrás ir, desde tus propios recursos y conciencia, encontrándote contigo misma, tu salud, bienestar y tranquilidad mental.
12 CONSEJOS PARA ESTE NUEVO AÑO:
1- Metas claras y realistas: proponernos objetivos claros hará que cada acción y decisión que tomemos este guiada hacia nuestros propósitos y sueños. Proponte metas a largo, mediano y corto plazo, así día tras día podrás ir materializando y disfrutando de tus logros, además de ir visualizando cada vez más cerca tu meta.
2- Dejar lo que nos hace daño: aléjate de personas, lugares, pensamientos o creencias que te hagan daño. Si ya diste lo mejor de ti y no ves cambios, lo mejor es elegir tu paz mental y cortar por lo sano.
3- Soltar los miedos e ir por lo que queremos: salir de nuestra zona de confort a todos nos da miedo, pero lo cierto es que muchas veces ese lugar nos termina enfermando, deprimiendo, amargando y/o estancando. Enfrentar nuestros miedos es primordial para nuestro desarrollo y crecimiento.
4- Aceptar cada una de nuestras emociones: evadir o bloquear nuestras emociones no hará que ellas desaparezcan, muy por el contrario. Aceptar, escuchar y dar el espacio adecuado a cada una de nuestras emociones es lo más sano. Recuerda que la rabia, tristeza y miedo son tan validas como la alegría, placer y felicidad. No temas a aquellas emociones que conoces como negativas, ellas así como la felicidad, también son pasajeras.
5- Deja de compararte y empieza a inspirarte: la comparación genera juicios y creencias negativas sobre nosotras mismas, por el contrario, cuando valoramos de forma positiva algo de otras personas nos está diciendo que así nos gustaría ser. Inspirarte te dará las pistas de qué es lo que tienes que fortalecer y desarrollar en ti misma para evolucionar y crecer.
6- Cambia los ¿por qué a mí? por ¿para qué a mí?: «por qué a mí» es una frase que nos estanca y nos pone en el papel de víctima, dificultando ver las posibles soluciones frente a un problema, además de quedarnos atrapadas en la queja. Cuando modificamos nuestro pensamiento para entender las cosas desde el «para qué a mí», podemos descubrir el propósito de aquellas experiencias difíciles o dolorosas, ellas muchas veces son el empujón que necesitamos para ir por nuestras metas y propósitos.
7- Dejar de buscar fuera lo que necesitas encontrar primero en ti: tenemos la creencia de que un día seremos felices, cuando tengamos el trabajo soñado, una casa donde establecernos o una pareja con quien compartir, pero cuando eso sucede muchas veces los vacíos siguen ahí. Trabajar en nuestras carencias y vacíos internos es fundamental para entender lo que significa la plenitud, paz y felicidad.
8- Deja de culpar el mundo y cambia lo que depende de ti: aunque la vida tiene muchas cosas que podrían cambiar, la mayoría no dependen de ti, sin embargo, cuando hablamos de nuestra propia vida somos las responsables de transformar nuestra realidad. Cuando tomamos conciencia que el mundo y nuestras relaciones se construyen de forma conjunta, podemos entender que los cambios no sólo dependen de los demás, por lo demás quedarnos esperando que otros cambien sólo nos perjudica, frustra, entristece o amarga a nosotras mismas.
9- Respétate, cuídate y comienza a poner límites: olvidarnos de nuestras necesidades por la dificultad de decir «NO», nos aleja de nosotras mismas y nos llena de responsabilidades, estrés, amargura, apatía, cansancio y/o frustración. Establecer límites es fundamental para nuestro bienestar, salud y desarrollo personal.
10- Disfruta más y preocúpate menos de buscar la aceptación de los demás los demás: hagas lo que hagas te van a criticar, por eso suelta las críticas y juicios externos y preocúpate de buscar el camino que a TI te haga feliz.
11- Vive el momento presente valorando lo que eres y tienes: vivir en el pasado genera culpa, frustración, tristeza y arrepentimiento. Vivir en el futuro: ansiedad, estrés, miedo y preocupación. Es por eso la importancia de saber valorar lo único que realmente tenemos: el famoso aquí y ahora.
12- Y si sientes que la vida te la gana no dudes en buscar terapia: trabajar en tu autoconocimiento te ayuda a reconocer tus propias herramientas y cuando debemos estar en alerta para pedir ayuda profesional. Cuando sientas que una emoción o situación se mantiene en el tiempo no dudes en contactar a quien te pueda apoyar en tus procesos. Recuerda que la terapia floral es medicina preventiva y no necesitas esperar a llegar al límite para tomar flores de Bach. Ellas no son sólo remedios, son autoconocimiento.
¡Y recuerda!: si quieres trabajar de forma profunda en ti puedes tomar tu PLAN AMOR PROPIO. Si necesitas más información o quieres contarme un poco sobre tu situación no dudes en contactarme.
Una de las cosas que más nos enferma a nivel físico y mental es guardar, evadir, reprimir o bloquear nuestras emociones.
La rabia, miedo o tristeza que no hemos sabido gestionar de forma adecuada, no desaparece aunque así lo parezca. Ellas quedan alojadas en nuestro interior (muchas veces en nuestro inconciente) hasta que nuestro cuerpo y mente no las pueden sotener más, haciéndonos un llamado de atención a través de:
Problemas a nivel digestivo
Enfermedades cardiovasculares
Ansiedad
Dolores de cabeza
Temas asociados a garganta
Rigidez corporal
Déficit atencional
Insomnio
Estrés
Depresión, entre otras cosas más.
EXPERIENCIAS TRAUMÁTICAS
Muchas veces la dificultad que tenemos para expresar nuestras emociones proviene de experiencias que bloquearon nuestra capacidad de comunicar y mostrarnos con autenticidad. Situaciones en las que pudimos habernos sentido juzgadas, rechazadas, reprimidas o no escuchadas al intentar comunicar lo que nos pasaba.
Automáticamente nuestra mente busca los recursos para protegerse de esto, ya que la respuesta del entorno nos conecta con nuestros mayores miedos:
Miedo al rechazo
Miedo al abandono
Miedo a la soledad
Miedos que en la actualidad podrían estar impidendo nos mostremos tal cual somos y validemos nuestras emociones.
TERAPIA FLORAL
Es por eso que en terapia no sólo trabajamos en la capacidad de decir lo que pensamos, sino también en los miedos que impiden que lo hagamos.
Aquí te comparto algunas flores que podrían ayudar:
Agrimony: para quienes esconden sus problemas bajo una apariencia de tranquilidad y felicidad, cuando internamente existe angustia y sufrimiento que se vive como tortura mental. Esta flor ayuda a aliviar el miedo al conflicto y al rechazo que impide expresarnos con sinceridad. Nos aporta la paz interna que necesitamos para poder comunicarnos.
Holly: ayuda a aliviar sentimientos como la rabia y odio. Cuando la cólera nos invade puede ser una emoción muy dañina, por lo que muchas veces terminamos por reprimir lo que nos está pasando por no saber cómo gestionarlo. Holly nos ayuda a aliviar estos sentimientos y así poder comunicarnos mejor.
Centaury: para quienes tienen dificultad para poner límites y decir “no” a los demás. Nos ayuda a priorizar nuestras necesidades, que cuando las hemos reprimimos por la dificultad de comunicarlas, nos terminamos frustrando, enojando, deprimiendo o enfermando.
Pine: para quienes dejan de comunicarse por el sentimiento de culpa que surge antes o después de expresar.
Caléndula: para personas que tienen una forma de expresarse hiriente, irónica y dura. Esta flor aporta calidez, empatía, amabilidad y receptividad a la comunicación.
Cerato: para quienes dudan de si mismos dejando de confiar en su opinión. Nos ayuda a validar nuestro criterio, aportandonos sabiduría y claridad para expresar nuestra opinión.
Mimulus: para quienes tienen dificultad de mostrarse por timidez e introversión. Nos aporta la valentía necesaria para expresar y comunicarnos con seguridad.
Rock Rose: para quienes sienten pánico o terror de expresar sus sentimientos u opinión probablemente proveniente de experiencias traumáticas. Ayuda a quienes sienten un miedo muy grande al conflicto.
Aprender a expresar es necesario para nuestro bienestar, salud y desarrollo personal, pero recuerda que todo se trata de equilibrio, y que para cuidar de nosotros mismos también es necesario tomar conciencia de que, lo que tengamos para decir sea transmitido con amor y no para herir o dañar a los demás.
Muchos de los problemas que enfrentamos en la actualidad están relacionados con nuestra autoestima y aquellas vivencias y emociones que afectaron nuestros primeros años de vida.
Cada experiencia en nuestra infancia fue dando vida a nuestras creencias, a quienes somos, así como a nuestras barreras y corazas, y que son precisamente las que podrían estar (consciente o inconscientemente) manejando día a día nuestros comportamientos y reacciones.
Miedos, rabias, inseguridades, tristezas, desconfianzas, bloqueos o frustraciones podrían ser el resultado de episodios no resueltos de nuestra infancia.
Es cierto que a nadie le gusta experimentar dolor, sin embargo de adultos en ocasiones necesitamos ir atrás y conectar con nuestro niño interior y aquellas experiencias que nos obligaron a bloquear nuestras verdaderas emociones y ponernos un escudo protector, para así sanar y poder re-conectar con esa versión auténtica, entusiasta, lúdica e inocente que fuimos dejando atrás.
Si bien a veces el proceso de botar lo que se ha estancado durante muchos años pueda resultar difícil de manejar, debes tener en cuenta que para eso están las flores y tu terapeuta floral.
Lo importante es no tener miedo a tus emociones, más bien aprender a observarlas, escucharlas, tenerles paciencia y abrazarlas, de la misma forma que todos de niños quisiéramos habernos sentido contenidos.
CUADERNO Y LAPIZ
En el proceso de sanación de nuestras emociones y autoestima siempre es recomendable tener un cuaderno a mano e ir escribiendo todo lo que vamos sintiendo, esto nos ayudará a soltar lo que internamente está incomodando, darle una nueva mirada a los hechos, ayudarnos a tomar conciencia de dónde provienen nuestras reacciones y comportamientos, así como a aprender de nosotras mismas y crecer através de nuestras propias emociones y sentimientos.
Cada vez que hayan emociones que te este costando manejar toma unos minutos para parar, sentir tu cuerpo, observar dónde sientes aquella emoción, qué fue lo que la gatilló y con qué herida te conectó. Imagínate de pequeña y pregúntale a ella cómo está o qué siente y, sin juicios, escucha lo que tenga para decir. Dale su tiempo y su espacio, y si te pide un abrazo intenta regalarselo.
Poco a poco ve volviendo a ti, lávate la cara, toma un vaso de agua y disponte a continuar con tu rutina normal. Verás que con el paso del tiempo tus heridas irán tomando un nuevo sentido y en la medida que nos vamos permitiendo soltar aquellas emociones estancadas, el proceso de sanar se hace cada vez más llevadero.
Recuerda que la tristeza es una emoción positiva y que, en su justa medida, aporta en nuestro proceso de desarrollo y crecimiento.
Y si sientes que no puedes sola en este proceso evalúa la alternativa de buscar ayuda profesional.
El amor es una de las cosas que, a pesar del sufrimiento que podamos haber experimentado, volvemos una y otra vez a buscarlo y eso NO ESTA MAL, es simplemente nuestra naturaleza humana.
Lo importante es aprender a identificar si detrás de esa frecuencia de enamoramiento se escondiera:
Miedo a estar sola
Dependencia emocional
Carencias afectivas
Inmadurez emocional
Baja autoestima
Adicción al enamoramiento
Idealización de la realidad
💟Es importante saber que cada proceso es muy personal y por más que tu psicóloga, terapeuta, familia o amigas te hagan ver lo que tu no estas viendo, son las mismas experiencias de vida las que nos van enseñando a abrir los ojos.
⚠️La clave es no quedarnos pegadas e ir aprendiendo de nuestras experiencias, fortalecer la relación con nosotras mismas y así evitarnos las constantes desilusiones y frustraciones⚠️
✨Pasito a pasito y a nuestro ritmo vamos aprendiendo a ir más lento, con los ojos bien abiertos, dejando las expectativas de lado y aprendiendo a disfrutar del proceso✨
Una noche cualquiera de un tiempo cualquiera, una persona tuvo un sueño especial: soñó que recibía unas cuantas monedas de manos de sus padres. No sabemos si eran muchas o pocas, si eran miles, cientos, una docena o apenas un par. Tampoco sabemos de qué metal estaban hechas, si eran de oro, plata, bronce o tal vez de simple hierro.
Mientras soñaba que sus padres le entregaban las monedas, sintió espontáneamente una sensación de calor en su pecho. Quedó invadida por un gran alborozo. Estaba contenta, se llenó de ternura y durmió plácidamente el resto de la noche.
Cuando despertó a la mañana siguiente, la sensación de placidez y satisfacción persistía. Entonces, decidió caminar hacia la casa de sus padres. Y, cuando llegó, mirándolos a los ojos les dijo:
-Esta noche habéis venido en sueños y habéis depositado unas cuantas monedas en mis manos. No recuerdo si eran muchas o pocas. Tampoco sé de qué metal estaban hechas, si eran de un metal precioso o no. Pero no importa, porque me siento pleno y contento. Y vengo a deciros: Gracias, son suficientes. Son las monedas que necesito y las que merezco. Así que las tomo con gusto porque vienen de vosotros. Con ellas seré capaz de recorrer mi propio camino.
Al oír esto, los padres, que como todos los padres se engrandecen a través del reconocimiento de sus hijos, se sintieron aún más grandes y generosos. En su interior sintieron que podían seguir dando a su hijo, porque la capacidad de recibir amplifica la grandeza y el deseo de dar.
Así dijeron:
-Eres un buen hijo. Puedes quedarte con todas las monedas, puesto que te pertenecen. Puedes gastarlas como quieras y no es necesario que nos las devuelvas. Son tu legado, único y personal. Son para ti.
Entonces el hijo se sintió también grande y pleno. Se percibió completo y rico, y pudo dejar en paz la casa de sus padres. A medida que se alejaba, sus pies se apoyaban firmes sobre la tierra, y andaba con fuerza. Su cuerpo también estaba bien asentado en el suelo, y ante sus ojos se abría un camino claro y un horizonte esperanzador.
Mientras recorría el camino de la vida, se fue encontrando con distintas personas. Le acompañaban durante un trecho, a veces más largo, a veces más corto. Algunos le acompañaron durante toda la vida. Eran sus socios, amigos, parejas, vecinos, compañeros, colaboradores, e incluso sus adversarios. En general, el camino le resultaba sereno, gozoso, en sintonía con su espíritu y su naturaleza personal. Y aunque no estaba exento de los pesares naturales que la vida impone, lo sentía como el camino de su vida.
De vez en cuando volvía la vista atrás, hacia sus padres, y recordaba con gratitud las monedas recibidas. Y cuando observaba el transcurso de su vida o miraba a sus hijos o recordaba todo lo conseguido en el ámbito personal, familiar, profesional, social o espiritual, aparecía la imagen de sus padres y se daba cuenta de que todo aquello había sido posible gracias a lo recibido de ellos, y que con su éxito y logros les honraba.
Se decía a sí mismo: “No hay mejor fertilizante que los propios orígenes”, y entonces su pecho volvía a llenarse con la misma sensación expansiva que le había embargado la noche que soñó que recibía las monedas.
Otra noche cualquiera de otro tiempo cualquiera, otra persona tuvo el mismo sueño, ya que tarde o temprano todos llegamos a tener ese sueño. Venían sus padres y depositaban en sus manos unas cuantas monedas. En este caso tampoco sabemos si eran muchas o pocas, si eran miles, unos cientos, una docena o apenas un par. No sabemos de qué metal estaban hechas, si de oro, plata, bronce o simple hierro…
Al soñar que recibía en sus manos las monedas de sus padres, la persona sintió espontáneamente un pellizco de incomodidad. Quedó invadida por una agria inquietud, por una sensación de tormento en el pecho y un lacerante malestar. Durmió lo que quedaba de noche revolviéndose encrespada entre las sábanas.
Al despertar, aún agitada, sintió un fastidio que parecía enojo, pero que también tenía algo de queja y resentimiento. Su cara era el rostro del sufrimiento y de la disconformidad. Con furia y un ligero tinte de vergüenza, decidió caminar hacia la casa de sus padres. Al llegar allí, mirándolos de soslayo les dijo:
-Esta noche habéis venido en sueños y me habéis entregado unas cuantas monedas. No sé si eran muchas o pocas. Tampoco sé de qué metal estaban hechas, si eran de un metal precioso o no. No importa, porque me siento vacío, lastimado y herido. Vengo a deciros que vuestras monedas no son buenas ni suficientes. No son las monedas que necesito ni son las que merezco ni las que me corresponden. Así que no las quiero y no las tomo, aunque procedan de vosotros y me lleguen a través vuestro. Con ellas mi camino sería demasiado pesado o demasiado triste y no lograría ir lejos. Andaré sin vuestras monedas.
Y los padres, que como todos los padres empequeñecen y sufren cuando no tienen el reconocimiento de sus hijos, se hicieron aún más pequeños. Se retiraron, disminuidos y tristes, al interior de la casa. Con desazón y congoja comprendieron que podían dar todavía menos de lo que habían dado a aquel hijo, porque ante la dificultad para tomar y recibir, la grandeza y el deseo de dar se hacen pequeños y languidecen. Guardaron silencio confiando en que, con el paso del tiempo y la sabiduría que trae consigo la vida, quizá se llegaran a enderezar los rumbos fallidos del hijo.
Es extraño lo que ocurrió a continuación. Después de pronunciar aquellas palabras ante los padres, el hijo se sintió impetuosamente fuerte, más fuerte que nunca. Se trataba de una fuerza extraordinaria: la fuerza feroz, empecinada y hercúlea que surge de la oposición a los hechos y a las personas. No era una fuerza genuina, como la que resulta del asentimiento a los hechos y está en consonancia con los avatares de la vida, pero sí era una fuerza apasionada e intensa. Era la clase de fuerza que configura el paisaje del sufrimiento humano, aquella en que las personas tratamos de apoyarnos cuando carecemos del coraje y de la humildad suficiente para aceptar la realidad tal como es y a nuestros padres tal como son. La falsa fuerza que nos concede la oposición a las cosas, el resentimiento hacia las personas y el victimismo frente a los hechos vividos.
Con el tiempo, esta persona aprendería que ningún sufrimiento concede derechos, ninguna postura existencial edificada sobre heridas concede merecimientos y que el único sentido de este sufrimiento, que no es dolor, es hacer sufrir a los demás, ya que únicamente el dolor genuino despierta la compasión. Pero aquel día, la persona abandonó la casa de los padres diciéndose a sí misma:
-Nunca más.
Se sentía fuerte pero también vacía y necesitada. Aunque lo deseaba no lograba quedarse en paz.
A medida que se alejaba de la casa de sus padres, sintió que sus pies se elevaban unos centímetros por encima de la tierra y que su cuerpo, un tanto flotante, no podía caer en su peso real. Y sintió algo más sorprendente aún: cada vez que abría los ojos parecía que miraba lo mismo, un horizonte fijo y estático.
La persona fue desarrollando una sensibilidad especial. Así, cuando encontraba a alguien a lo largo de su camino, lo contemplaba con una enorme esperanza y de manera inconsciente se preguntaba:
-¿Será esta persona la que tiene las monedas que merezco, necesito y me corresponden, las monedas que no tomé de mis padres porque no supieron dármelas de la manera justa y conveniente? ¿Será esta la persona que tiene aquello que merezco?
En cierta ocasión la respuesta fue afirmativa, y todo resultó fantástico. Se enamoró y sintió que todo a su alrededor era maravilloso. Y, sin darse cuenta, empezó a esperar que el otro tuviera aquello que no había tomado de sus padres y se lo diera.
No obstante, aunque la esperanza de encontrar las monedas le resultó embriagadora al principio, cuando el enamoramiento acabó convirtiéndose en una relación y la relación duró lo suficiente, la persona descubrió que el otro no tenía lo que le faltaba, es decir, aquellas monedas que no había tomado de sus padres.
-¡Qué pena! Se dijo entonces, y se quejó amargamente de su mala suerte, culpando de ella al destino.
Se sintió desengañada, sometida a un tormento emocional que tomó forma de desesperación, desazón, crisis, turbulencia, enfado, frustración. Y es que, aunque todavía no lo sabía, el otro sólo podía darle aquello que tenía y le correspondía por su posición, aun queriéndolo dar todo y amando plenamente, pues una pareja es una relación entre adultos, fundada en la igualdad de rango, el intercambio equilibrado y la sexualidad.
En cierto momento de su vida, esta persona tuvo un hijo, y su desazón se volvió más dulce y esperanzadora, más atemperada.
Entonces, la pregunta regresó:
-¿Será este hijo que espero, tan bien amado, quien tiene las monedas que merezco, que necesito y me corresponden y que no tomé de mis padres porque no supieron dármelas de la manera justa y conveniente? ¿Será este ser el que tiene aquello que merezco?
Cuando se contestó de nuevo que sí fue maravilloso, formidable, y empezó a sentir un vínculo especial con aquel hijo, un vínculo asombroso, muy estrecho, lleno de expectativas y anhelos. De manera inconsciente, la persona estaba convencida de que el hijo tenía las monedas que necesitaba y no tardaría en dárselas.
Pero pasó el tiempo, y el hijo, como la mayoría de los hijos, deseó tener una vida propia y poner en práctica sus propósitos de vida independientes. Amaba a sus padres y deseaba hacer lo mejor para ellos, pero la presión de tener vida propia le resultaba exigente, imperiosa y tan arrolladora como la sexualidad.
Así, la persona comprendió un día que tampoco el hijo tenía las monedas que necesitaba, merecía y le correspondían.
Sintiéndose más vacía, huérfana y desorientada que nunca, entró en crisis. Enfermó. Estaba en la fase media de la vida y se encontró con que ningún argumento la sostenía ya, ninguna razón la calmaba. Sintió en su interior un catacrac y gritó:
-¡AYUDA!
¡Había tanta urgencia en su tono de voz! ¡Su rostro estaba tan desencajado! Nada la calmaba, nada podía sostenerla.
Y ¿qué hizo?
Fue a ver a un terapeuta.
El terapeuta la recibió pronto, la miró profunda y pausadamente y le dijo:
-Yo no tengo las monedas.
El terapeuta vio en sus ojos que aquella persona seguía buscando las monedas en el lugar equivocado y que, en el fondo, deseaba equivocarse de nuevo. Sabía que las personas quieren cambiar, pero también que les cuesta dar su brazo a torcer, no tanto por dignidad, sino por tozudez y por costumbre.
Pero el terapeuta, que sabía que no tenía en sus manos las monedas, pensó: “Amo y respeto mejor a mis pacientes cuando también puedo hacerlo con sus padres y con su realidad tal como es. Los ayudo cuando soy amigo de las monedas que les tocan, sean las que sean”.
En realidad, aquel terapeuta ya había visto a muchas personas en situaciones similares y sabía que el paciente, y el niño que sigue viviendo en su interior, continúa amando profundamente a sus padres y les guarda lealtad, aunque el escozor de las heridas u otras causas le impidan tomar sus monedas. Y es que, en las profundidades del alma, aunque el hijo rechace a sus padres, también se identifica con ellos. Y, cuando no puede tomarlos y quererlos, tampoco logra quererse a sí mismo. Por eso, su enfoque es el amor a todo y a todos.
En aquella primera visita, el terapeuta añadió: “Yo no tengo las monedas, pero sé dónde están y podemos trabajar juntos para que también tú descubras dónde están, cómo ir hacia ellas y tomarlas”.
Entonces el terapeuta trabajó con la persona y le enseñó que durante muchos años había tenido un problema de visión, un problema óptico, un problema de perspectiva. Había tenido dificultades para ver claramente. Sólo eso.
El terapeuta le ayudó a reenfocar y a modular su mirada, a percibir la realidad de otra manera, desde una perspectiva más clara, más centrada y más abierta a los propósitos de la vida. Una manera menos dependiente de los deseos personales del pequeño yo que siempre trata de gobernarnos.
Un día, mientras esperaba a su paciente, el terapeuta pensó que había llegado el momento de decirle, por fin y claramente, dónde estaban las monedas. Y ese mismo día, como por arte de birlibirloque, llegó el paciente con otro color de piel. Las facciones de su rostro se habían suavizado. Y dijo:
-Sé donde están las monedas. Siguen con mis padres.
Primero sollozó, luego lloró abiertamente. Después surgió el alivio, la paz y la sensación de calor en el pecho. ¡Por fin!
Entonces se dirigió de nuevo, como años atrás, hacia la casa de sus padres. Cuando llegó, los miró a los ojos y les dijo:
-Durante todos estos años he tenido un problema de visión, un asunto óptico. No veía claramente. Y lo siento. Ahora puedo ver y vengo a deciros que aquellas monedas que recibí de vosotros en sueños son las mejores monedas posibles para mí. Son suficientes y son las monedas que me corresponden. Son las monedas que merezco y las adecuadas para que pueda seguir. Vengo a daros las gracias. Las tomo con gusto, porque vienen de vosotros y con ellas puedo seguir andando mi propio camino.
Entonces los padres, que como todos los padres se engrandecen a través del reconocimiento de sus hijos, volvieron a florecer, y el amor y la generosidad fluyeron de nuevo en ellos con facilidad. El hijo volvía a ser plenamente hijo porque podía tomarlos.
Los padres le miraron sonrientes, con ternura, y contestaron:
-Eres un buen hijo. Puedes quedarte con todas las monedas, pues te pertenecen. Puedes gastarlas como tú quieras y no es necesario que nos las devuelvas. Son tu legado, único y personal, para ti. Puedes tener una vida plena.
Entonces el hijo se sintió también grande y pleno. Se percibió completo y rico y pudo por fin dejar la casa de los padres en paz. A medida que se alejaba, sintió sus pies firmes pisando el suelo con fuerza, su cuerpo también asentado en la tierra y sus ojos mirando hacia un camino claro y un horizonte esperanzador.
Sintió también algo extraño: había perdido la fuerza impetuosa que se nutría del resentimiento, del victimismo o del exceso de conformidad, pero ahora tenía una fuerza simple y tranquila, una fuerza natural.
Recorriendo el camino del resto de su vida, encontró con frecuencia otras personas con las que caminó lado a lado, como acompañantes, durante un trecho, a veces largo, a veces corto, otras, para siempre. Socios, amigos, parejas, vecinos, compañeros, colaboradores, incluso adversarios.
En general, su camino era sereno, gozoso, en sintonía con su espíritu y con su naturaleza personal. Tampoco estuvo exento de los pesares naturales que la vida impone, pero sentía que aquel sí era el camino de su vida.
Un día se acercó a la persona de la que se había enamorado pensando que tenía las monedas y le dijo:
-Durante mucho tiempo he tenido un problema de visión y ahora que veo claro te digo: Lo siento, fue demasiado lo que esperé. Fueron demasiadas mis expectativas, y sé que esto fue una carga demasiado grande para ti y ahora lo asumo. Me doy cuenta y te libero. Así, el amor que nos tuvimos puede seguir fluyendo. Gracias. Ahora tengo mis propias monedas.
Otro día fue a su hijo y le dijo:
-Puedes tomar todas las monedas de mí, porque yo soy una persona rica y completa. Ahora ya he tomado las mías de mis padres.
Entonces el hijo se tranquilizó y se hizo pequeño respecto a él. Y se sintió libre para seguir su propio camino y tomar sus propias monedas.
Al final de su largo camino, un día la persona se detuvo a repasar la vida vivida, lo amado y lo sufrido, lo construido y lo maltrecho. A todo y a todos logró darles un buen lugar en su alma. Los acogió con dulzura y pensó:
-Todo tiene su momento en el vivir: el momento de llegar, el momento de permanecer y el momento de partir. Una mitad de la vida es para subir la montaña y gritar a los cuatro vientos: “¡Existo!”. Y la otra mitad es para el descenso hacia la luminosa nada, donde todo es desprenderse, alegrarse y celebrar. La vida tiene sus asuntos y sus ritmos sin dejar de ser el sueño que soñamos.
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