Desde pequeñitas aprendimos a rechazar nuestro cuerpo: a odiar nuestros pelos, a sentirnos mal cuando aparecen las estrías o celulitis, a odiar como se ve nuesro rostro con acné, a sentir asco, odio o vergüenza por nuestra menstruación, a juzgarnos por lo que nos sobra o nos falta y a tratarnos muy mal cuando tenemos algunos kilitos de más.
Con el tiempo nos vamos llenando de emociones que contaminan aún más nuestro trato interno, haciendo cada vez más difícil el proceso.
Culpa, vergüenza, inseguridades, tristeza, rabia o frustración podrían ser emociones que transitamos a diario y que nos hacen mucho daño.
Tratamos de compensar estas sensaciones con hábitos que terminan siendo dañinos o esclavizantes, terminando estresadas, deprimidas o enfermas. Intentar alcanzar nuestra propia aceptación y la de los demás nos aleja cada vez más de la alegría, disfrute, energía, motivación, satisfacción, optimismo y vitalidad, cuando lo paradójico es que son estas mismas emociones las que necesitamos estimular para elevar nuestra autoestima.
¿CÓMO DESARROLLAR ESTAS EMOCIONES POSITIVAS?
Cuando comencemos a enfocarnos en sentirnos bien PARA NOSOTRAS MISMAS, nos propondremos pequeños (y alcanzables) objetivos que, al irlos cumpliendo, estimularán nuestro espíritu de logro personal. En el camino iremos reconociendo y valorando nuestros avances, quepor mínimos que estos parezcan, nos conectarán con la alegría y satisfacción personal, ya que solo nosotras mismas sabremos lo que nos costó lograr esto. Cuando vamos viendo resultados concretos, serán estos mismos los que nos aporten la motivación y optimismo para seguir creciendo, conectándonos así con nuestro valor personal, autoreconocimiento y, en consecuencia, con la gratitud por todo lo conseguido en el proceso.
Si bien el proceso no será fácil, con el tiempo irá mejorando la forma en que nos vemos y nos tratamos internamente, y así aumentando nuestra persepción personal y seguridad.
DESAPRENDER PARA REAPRENDER
Es importante entender que todo lo que hoy podemos creer sobre nosotras mismas fueron ideas que otras personas pudieron haber transmitido y las hicimos parte de nuestro propio diálogo interno. La buena noticia es que así como un día aprendimos conceptos que nos limitan, condicionan, enferman, deprimen, estresan o estancan, hoy podemos integrar en nuestra vida nuevas creencias que potencien nuestro desarrollo personal, bienestar y autoestima.
AUTOESTIMA Y TERAPIA FLORAL
Cuando trabajamos en nuestra autoestima con las flores de Bach aprendemos a cambiar la mirada que tenemos sobre nosotras mismas, modificando nuestro trato interno a uno más comprensivo, compasivo y amoroso con quienes somos y nuestra historia de vida, desarrollando nuestras capacidades y potenciales y reconociendo el valor que tenemos más allá de lo que no nos gusta o de cómo creemos nos ve nuestro entorno.
Algunas esencias florales que te podrían ayudar:
🌸Manzanita: para personas que no aceptan el cuerpo físico en su totalidad. Rechazo, aversión o negación del cuerpo o algunas de sus partes por ser consideradas impuras, feas o incluso repulsivas.
Nos ayuda a aceptar el cuerpo de forma integral. Estimula nuestra autenticidad y belleza interior, entendiendo que cada cuerpo es singular y que es parte importante de nuestra personalidad.
🌸Madrone: para personas con dificultad para aceptar la propia imagen física y que podrían caer en un desequilibrio alimenticio como la bulimia o anorexia. Nos ayuda a aceptar nuestro cuerpo tal y como es, aportando paz, calidez y auto nutrición.
🌸Pretty Face: para personas que se sienten feas, diferentes o rechazadas por su apariencia física. Preocupación excesiva por el aspecto físico, miedo a no ser aceptadas, inseguridad, desvalorización, comparación, vergüenza y/o imagen distorsionada de sí misma. Nos ayuda a conectar con la aceptación, autovaloración, carisma, amor propio y belleza interior.
🌸Crab Apple: para personas que les desagrada o avergüenza algo de su personalidad o algún aspecto físico. Fijación en algo que resulta indeseable (olores, aspecto físico, asco o rechazo de los fluidos o procesos naturales del cuerpo). Para personas con baja autoestima, con una mala imagen de si mismas y con tendencia a compararse con otras personas.
🌸Larch: para quienes sienten inseguridad y falta de confianza en sí mismos. Nos ayuda a confiar en nuestras capacidades, nos da el valor necesario para tomar riesgos y lograr nuestros objetivos. Eleva nuestra autoestima y seguridad integrando la idea de: “Yo puedo y soy capaz”.
🌸Sunflower: para quienes se sienten opacadas, desvalorizadas, poco asertivas o por el contrario vanidosas, arrogantes, prepotentes, sobervias y orgullosas. Nos ayuda a desarrollar nuestro valor, seguridad y potencial, experimentando relaciones desde la igualdad sin sentirnos opacadas ni opacar a los demás para brillar.
🌸Buttercup: para personas que buscan el reconocimiento y valoración a través de sus actos y logros, lo que lleva a una constante sensación de comparación, autoexigencia e insatisfacción. Nos ayuda a conectar con la autoaceptación, autovaloración y autoreconocimiento. Eleva nuestra autoestima, aportando alegría, confianza y seguridad interior.
🌸Equinacea: nos ayuda a restaurar la dignidad cuando hemos vivido experiencias de maltrato, humillaciones, abusadas, heridas, discriminadas o maltratadas. Nos ayuda a trabajar en el sentimiento de merecimiento, identidad y autoestima.
🌸Redbud: para personas apegadas excesivamente a la apariencia física y deseos de juventud. Nos ayuda a aceptar el envejecimiento y maduración con gratitud.
🌸Columbine: para personas que sienten no encajan en determinados grupos o ambientes. Nos ayuda a disfrutar de nuestra individualidad, entendiendo que ser diferentes es lo que nos hace únicas e irremplazables. Potencia nuestra autoestima, habilidades, talentos y libre expresión.
🌸Pine: para personas rigidas consimo mismas, que se critican, castigan y culpan constantemente. Nos ayuda a generar un trato compasivo, indulgente y amoroso con nosogtras mismas, desarrollando así mismo nuestra capacidad de merecimiento.
Si te interesa trabajar en tu trato interno y autoestima te invito a tomar el plan de 3 o 6 sesiones de terapia floral, en las que trabajaremos en profundidad tu amor propio.
El Día del Amor y la Amistad es un día en el que se celebramos nuestras relaciones amistosas y de pareja, siendo estas últimas causa frecuente por el que muchas personas llegan buscando alivio emocional a la terapia floral.
Aunque a ratos pueda ser doloroso, el amor es una necesidad humana que nos aporta seguridad, pertenencia, aceptación, propósito, satisfacción y felicidad, y aunque en ocasiones nos genere sufrimiento, pareciera ser algo que nunca dejamos de buscar.
¿CÓMO PODRÍA AYUDAR LA TERAPIA FLORAL A MEJORAR NUESTRAS RELACIONES?
La terapia floral es una disciplina y medicina natural que trabajan en nuestras emociones, por lo que es una herramienta que puede acompañarnos en los distintos procesos de una relación.
Aquí te comparto algunas esencias que te podrían ayudar:
Mimulus y Larch: nos aportan la valentía y confianza que necesitamos para superar nuestros miedos, aliviando la timidez y nerviosismo que podrían acompañarnos en un primer encuentro.
Holly y Caléndula: nos ayudan a aliviar el enojo y expresión dura, favoreciendo la empatía, amor y comunicación.
Heather, Milkweed, Chicory y Bleeding Heart: alivian la sensación de soledad, celos, inseguridad y dependencia emocional, ayudando a estimular la individualidad, desapego, madurez y libertad.
Clematis: nos ayuda a dejar de romantizar la realidad, evitando luego la desilusión y frustración.
Hibiscus: estimula el disfrute, pasión, dulzura, sensualidad y placer sexual.
Oregon Grape: alivia los sentimientos de desconfianza, ayudando a reconocer las buenas intenciones en los demás.
Sweet Chestnut y Star of Bethlehem: alivian el dolor, angustia, sufrimiento y shock emocional que surge cuando terminamos una relación.
Evening Prime Rose y Pink Monkey Flower: alivian los miedos y barreras que ponemos por miedo al rechazo, ayudando a abrirnos y generar vínculos más verdaderos y profundos.
Chesnut Bud y Joshua Tree: nos ayudan a cortar con la repetición de patrones que impiden nuestra evolución y crecimiento.
Black Cohosh: nos aporta el coraje que necesitamos para salir de relaciones tóxicas, violentas, adictivas o abusivas.
✨No olvides siempre consultar con tu terapeuta floral, quien te orientará en la elección y dosificación adecuada de las esencias florales según tu situación✨
El amor es una de las cosas que, a pesar del sufrimiento que podamos haber experimentado, volvemos una y otra vez a buscarlo y eso NO ESTA MAL, es simplemente nuestra naturaleza humana.
Lo importante es aprender a identificar si detrás de esa frecuencia de enamoramiento se escondiera:
Miedo a estar sola
Dependencia emocional
Carencias afectivas
Inmadurez emocional
Baja autoestima
Adicción al enamoramiento
Idealización de la realidad
💟Es importante saber que cada proceso es muy personal y por más que tu psicóloga, terapeuta, familia o amigas te hagan ver lo que tu no estas viendo, son las mismas experiencias de vida las que nos van enseñando a abrir los ojos.
⚠️La clave es no quedarnos pegadas e ir aprendiendo de nuestras experiencias, fortalecer la relación con nosotras mismas y así evitarnos las constantes desilusiones y frustraciones⚠️
✨Pasito a pasito y a nuestro ritmo vamos aprendiendo a ir más lento, con los ojos bien abiertos, dejando las expectativas de lado y aprendiendo a disfrutar del proceso✨
Una noche cualquiera de un tiempo cualquiera, una persona tuvo un sueño especial: soñó que recibía unas cuantas monedas de manos de sus padres. No sabemos si eran muchas o pocas, si eran miles, cientos, una docena o apenas un par. Tampoco sabemos de qué metal estaban hechas, si eran de oro, plata, bronce o tal vez de simple hierro.
Mientras soñaba que sus padres le entregaban las monedas, sintió espontáneamente una sensación de calor en su pecho. Quedó invadida por un gran alborozo. Estaba contenta, se llenó de ternura y durmió plácidamente el resto de la noche.
Cuando despertó a la mañana siguiente, la sensación de placidez y satisfacción persistía. Entonces, decidió caminar hacia la casa de sus padres. Y, cuando llegó, mirándolos a los ojos les dijo:
-Esta noche habéis venido en sueños y habéis depositado unas cuantas monedas en mis manos. No recuerdo si eran muchas o pocas. Tampoco sé de qué metal estaban hechas, si eran de un metal precioso o no. Pero no importa, porque me siento pleno y contento. Y vengo a deciros: Gracias, son suficientes. Son las monedas que necesito y las que merezco. Así que las tomo con gusto porque vienen de vosotros. Con ellas seré capaz de recorrer mi propio camino.
Al oír esto, los padres, que como todos los padres se engrandecen a través del reconocimiento de sus hijos, se sintieron aún más grandes y generosos. En su interior sintieron que podían seguir dando a su hijo, porque la capacidad de recibir amplifica la grandeza y el deseo de dar.
Así dijeron:
-Eres un buen hijo. Puedes quedarte con todas las monedas, puesto que te pertenecen. Puedes gastarlas como quieras y no es necesario que nos las devuelvas. Son tu legado, único y personal. Son para ti.
Entonces el hijo se sintió también grande y pleno. Se percibió completo y rico, y pudo dejar en paz la casa de sus padres. A medida que se alejaba, sus pies se apoyaban firmes sobre la tierra, y andaba con fuerza. Su cuerpo también estaba bien asentado en el suelo, y ante sus ojos se abría un camino claro y un horizonte esperanzador.
Mientras recorría el camino de la vida, se fue encontrando con distintas personas. Le acompañaban durante un trecho, a veces más largo, a veces más corto. Algunos le acompañaron durante toda la vida. Eran sus socios, amigos, parejas, vecinos, compañeros, colaboradores, e incluso sus adversarios. En general, el camino le resultaba sereno, gozoso, en sintonía con su espíritu y su naturaleza personal. Y aunque no estaba exento de los pesares naturales que la vida impone, lo sentía como el camino de su vida.
De vez en cuando volvía la vista atrás, hacia sus padres, y recordaba con gratitud las monedas recibidas. Y cuando observaba el transcurso de su vida o miraba a sus hijos o recordaba todo lo conseguido en el ámbito personal, familiar, profesional, social o espiritual, aparecía la imagen de sus padres y se daba cuenta de que todo aquello había sido posible gracias a lo recibido de ellos, y que con su éxito y logros les honraba.
Se decía a sí mismo: “No hay mejor fertilizante que los propios orígenes”, y entonces su pecho volvía a llenarse con la misma sensación expansiva que le había embargado la noche que soñó que recibía las monedas.
Otra noche cualquiera de otro tiempo cualquiera, otra persona tuvo el mismo sueño, ya que tarde o temprano todos llegamos a tener ese sueño. Venían sus padres y depositaban en sus manos unas cuantas monedas. En este caso tampoco sabemos si eran muchas o pocas, si eran miles, unos cientos, una docena o apenas un par. No sabemos de qué metal estaban hechas, si de oro, plata, bronce o simple hierro…
Al soñar que recibía en sus manos las monedas de sus padres, la persona sintió espontáneamente un pellizco de incomodidad. Quedó invadida por una agria inquietud, por una sensación de tormento en el pecho y un lacerante malestar. Durmió lo que quedaba de noche revolviéndose encrespada entre las sábanas.
Al despertar, aún agitada, sintió un fastidio que parecía enojo, pero que también tenía algo de queja y resentimiento. Su cara era el rostro del sufrimiento y de la disconformidad. Con furia y un ligero tinte de vergüenza, decidió caminar hacia la casa de sus padres. Al llegar allí, mirándolos de soslayo les dijo:
-Esta noche habéis venido en sueños y me habéis entregado unas cuantas monedas. No sé si eran muchas o pocas. Tampoco sé de qué metal estaban hechas, si eran de un metal precioso o no. No importa, porque me siento vacío, lastimado y herido. Vengo a deciros que vuestras monedas no son buenas ni suficientes. No son las monedas que necesito ni son las que merezco ni las que me corresponden. Así que no las quiero y no las tomo, aunque procedan de vosotros y me lleguen a través vuestro. Con ellas mi camino sería demasiado pesado o demasiado triste y no lograría ir lejos. Andaré sin vuestras monedas.
Y los padres, que como todos los padres empequeñecen y sufren cuando no tienen el reconocimiento de sus hijos, se hicieron aún más pequeños. Se retiraron, disminuidos y tristes, al interior de la casa. Con desazón y congoja comprendieron que podían dar todavía menos de lo que habían dado a aquel hijo, porque ante la dificultad para tomar y recibir, la grandeza y el deseo de dar se hacen pequeños y languidecen. Guardaron silencio confiando en que, con el paso del tiempo y la sabiduría que trae consigo la vida, quizá se llegaran a enderezar los rumbos fallidos del hijo.
Es extraño lo que ocurrió a continuación. Después de pronunciar aquellas palabras ante los padres, el hijo se sintió impetuosamente fuerte, más fuerte que nunca. Se trataba de una fuerza extraordinaria: la fuerza feroz, empecinada y hercúlea que surge de la oposición a los hechos y a las personas. No era una fuerza genuina, como la que resulta del asentimiento a los hechos y está en consonancia con los avatares de la vida, pero sí era una fuerza apasionada e intensa. Era la clase de fuerza que configura el paisaje del sufrimiento humano, aquella en que las personas tratamos de apoyarnos cuando carecemos del coraje y de la humildad suficiente para aceptar la realidad tal como es y a nuestros padres tal como son. La falsa fuerza que nos concede la oposición a las cosas, el resentimiento hacia las personas y el victimismo frente a los hechos vividos.
Con el tiempo, esta persona aprendería que ningún sufrimiento concede derechos, ninguna postura existencial edificada sobre heridas concede merecimientos y que el único sentido de este sufrimiento, que no es dolor, es hacer sufrir a los demás, ya que únicamente el dolor genuino despierta la compasión. Pero aquel día, la persona abandonó la casa de los padres diciéndose a sí misma:
-Nunca más.
Se sentía fuerte pero también vacía y necesitada. Aunque lo deseaba no lograba quedarse en paz.
A medida que se alejaba de la casa de sus padres, sintió que sus pies se elevaban unos centímetros por encima de la tierra y que su cuerpo, un tanto flotante, no podía caer en su peso real. Y sintió algo más sorprendente aún: cada vez que abría los ojos parecía que miraba lo mismo, un horizonte fijo y estático.
La persona fue desarrollando una sensibilidad especial. Así, cuando encontraba a alguien a lo largo de su camino, lo contemplaba con una enorme esperanza y de manera inconsciente se preguntaba:
-¿Será esta persona la que tiene las monedas que merezco, necesito y me corresponden, las monedas que no tomé de mis padres porque no supieron dármelas de la manera justa y conveniente? ¿Será esta la persona que tiene aquello que merezco?
En cierta ocasión la respuesta fue afirmativa, y todo resultó fantástico. Se enamoró y sintió que todo a su alrededor era maravilloso. Y, sin darse cuenta, empezó a esperar que el otro tuviera aquello que no había tomado de sus padres y se lo diera.
No obstante, aunque la esperanza de encontrar las monedas le resultó embriagadora al principio, cuando el enamoramiento acabó convirtiéndose en una relación y la relación duró lo suficiente, la persona descubrió que el otro no tenía lo que le faltaba, es decir, aquellas monedas que no había tomado de sus padres.
-¡Qué pena! Se dijo entonces, y se quejó amargamente de su mala suerte, culpando de ella al destino.
Se sintió desengañada, sometida a un tormento emocional que tomó forma de desesperación, desazón, crisis, turbulencia, enfado, frustración. Y es que, aunque todavía no lo sabía, el otro sólo podía darle aquello que tenía y le correspondía por su posición, aun queriéndolo dar todo y amando plenamente, pues una pareja es una relación entre adultos, fundada en la igualdad de rango, el intercambio equilibrado y la sexualidad.
En cierto momento de su vida, esta persona tuvo un hijo, y su desazón se volvió más dulce y esperanzadora, más atemperada.
Entonces, la pregunta regresó:
-¿Será este hijo que espero, tan bien amado, quien tiene las monedas que merezco, que necesito y me corresponden y que no tomé de mis padres porque no supieron dármelas de la manera justa y conveniente? ¿Será este ser el que tiene aquello que merezco?
Cuando se contestó de nuevo que sí fue maravilloso, formidable, y empezó a sentir un vínculo especial con aquel hijo, un vínculo asombroso, muy estrecho, lleno de expectativas y anhelos. De manera inconsciente, la persona estaba convencida de que el hijo tenía las monedas que necesitaba y no tardaría en dárselas.
Pero pasó el tiempo, y el hijo, como la mayoría de los hijos, deseó tener una vida propia y poner en práctica sus propósitos de vida independientes. Amaba a sus padres y deseaba hacer lo mejor para ellos, pero la presión de tener vida propia le resultaba exigente, imperiosa y tan arrolladora como la sexualidad.
Así, la persona comprendió un día que tampoco el hijo tenía las monedas que necesitaba, merecía y le correspondían.
Sintiéndose más vacía, huérfana y desorientada que nunca, entró en crisis. Enfermó. Estaba en la fase media de la vida y se encontró con que ningún argumento la sostenía ya, ninguna razón la calmaba. Sintió en su interior un catacrac y gritó:
-¡AYUDA!
¡Había tanta urgencia en su tono de voz! ¡Su rostro estaba tan desencajado! Nada la calmaba, nada podía sostenerla.
Y ¿qué hizo?
Fue a ver a un terapeuta.
El terapeuta la recibió pronto, la miró profunda y pausadamente y le dijo:
-Yo no tengo las monedas.
El terapeuta vio en sus ojos que aquella persona seguía buscando las monedas en el lugar equivocado y que, en el fondo, deseaba equivocarse de nuevo. Sabía que las personas quieren cambiar, pero también que les cuesta dar su brazo a torcer, no tanto por dignidad, sino por tozudez y por costumbre.
Pero el terapeuta, que sabía que no tenía en sus manos las monedas, pensó: “Amo y respeto mejor a mis pacientes cuando también puedo hacerlo con sus padres y con su realidad tal como es. Los ayudo cuando soy amigo de las monedas que les tocan, sean las que sean”.
En realidad, aquel terapeuta ya había visto a muchas personas en situaciones similares y sabía que el paciente, y el niño que sigue viviendo en su interior, continúa amando profundamente a sus padres y les guarda lealtad, aunque el escozor de las heridas u otras causas le impidan tomar sus monedas. Y es que, en las profundidades del alma, aunque el hijo rechace a sus padres, también se identifica con ellos. Y, cuando no puede tomarlos y quererlos, tampoco logra quererse a sí mismo. Por eso, su enfoque es el amor a todo y a todos.
En aquella primera visita, el terapeuta añadió: “Yo no tengo las monedas, pero sé dónde están y podemos trabajar juntos para que también tú descubras dónde están, cómo ir hacia ellas y tomarlas”.
Entonces el terapeuta trabajó con la persona y le enseñó que durante muchos años había tenido un problema de visión, un problema óptico, un problema de perspectiva. Había tenido dificultades para ver claramente. Sólo eso.
El terapeuta le ayudó a reenfocar y a modular su mirada, a percibir la realidad de otra manera, desde una perspectiva más clara, más centrada y más abierta a los propósitos de la vida. Una manera menos dependiente de los deseos personales del pequeño yo que siempre trata de gobernarnos.
Un día, mientras esperaba a su paciente, el terapeuta pensó que había llegado el momento de decirle, por fin y claramente, dónde estaban las monedas. Y ese mismo día, como por arte de birlibirloque, llegó el paciente con otro color de piel. Las facciones de su rostro se habían suavizado. Y dijo:
-Sé donde están las monedas. Siguen con mis padres.
Primero sollozó, luego lloró abiertamente. Después surgió el alivio, la paz y la sensación de calor en el pecho. ¡Por fin!
Entonces se dirigió de nuevo, como años atrás, hacia la casa de sus padres. Cuando llegó, los miró a los ojos y les dijo:
-Durante todos estos años he tenido un problema de visión, un asunto óptico. No veía claramente. Y lo siento. Ahora puedo ver y vengo a deciros que aquellas monedas que recibí de vosotros en sueños son las mejores monedas posibles para mí. Son suficientes y son las monedas que me corresponden. Son las monedas que merezco y las adecuadas para que pueda seguir. Vengo a daros las gracias. Las tomo con gusto, porque vienen de vosotros y con ellas puedo seguir andando mi propio camino.
Entonces los padres, que como todos los padres se engrandecen a través del reconocimiento de sus hijos, volvieron a florecer, y el amor y la generosidad fluyeron de nuevo en ellos con facilidad. El hijo volvía a ser plenamente hijo porque podía tomarlos.
Los padres le miraron sonrientes, con ternura, y contestaron:
-Eres un buen hijo. Puedes quedarte con todas las monedas, pues te pertenecen. Puedes gastarlas como tú quieras y no es necesario que nos las devuelvas. Son tu legado, único y personal, para ti. Puedes tener una vida plena.
Entonces el hijo se sintió también grande y pleno. Se percibió completo y rico y pudo por fin dejar la casa de los padres en paz. A medida que se alejaba, sintió sus pies firmes pisando el suelo con fuerza, su cuerpo también asentado en la tierra y sus ojos mirando hacia un camino claro y un horizonte esperanzador.
Sintió también algo extraño: había perdido la fuerza impetuosa que se nutría del resentimiento, del victimismo o del exceso de conformidad, pero ahora tenía una fuerza simple y tranquila, una fuerza natural.
Recorriendo el camino del resto de su vida, encontró con frecuencia otras personas con las que caminó lado a lado, como acompañantes, durante un trecho, a veces largo, a veces corto, otras, para siempre. Socios, amigos, parejas, vecinos, compañeros, colaboradores, incluso adversarios.
En general, su camino era sereno, gozoso, en sintonía con su espíritu y con su naturaleza personal. Tampoco estuvo exento de los pesares naturales que la vida impone, pero sentía que aquel sí era el camino de su vida.
Un día se acercó a la persona de la que se había enamorado pensando que tenía las monedas y le dijo:
-Durante mucho tiempo he tenido un problema de visión y ahora que veo claro te digo: Lo siento, fue demasiado lo que esperé. Fueron demasiadas mis expectativas, y sé que esto fue una carga demasiado grande para ti y ahora lo asumo. Me doy cuenta y te libero. Así, el amor que nos tuvimos puede seguir fluyendo. Gracias. Ahora tengo mis propias monedas.
Otro día fue a su hijo y le dijo:
-Puedes tomar todas las monedas de mí, porque yo soy una persona rica y completa. Ahora ya he tomado las mías de mis padres.
Entonces el hijo se tranquilizó y se hizo pequeño respecto a él. Y se sintió libre para seguir su propio camino y tomar sus propias monedas.
Al final de su largo camino, un día la persona se detuvo a repasar la vida vivida, lo amado y lo sufrido, lo construido y lo maltrecho. A todo y a todos logró darles un buen lugar en su alma. Los acogió con dulzura y pensó:
-Todo tiene su momento en el vivir: el momento de llegar, el momento de permanecer y el momento de partir. Una mitad de la vida es para subir la montaña y gritar a los cuatro vientos: “¡Existo!”. Y la otra mitad es para el descenso hacia la luminosa nada, donde todo es desprenderse, alegrarse y celebrar. La vida tiene sus asuntos y sus ritmos sin dejar de ser el sueño que soñamos.
Si quieres profundizar más sobre el mensaje, enseñanzas y moraleja que el relato nos deja, puedes encontrar un breve ensayo del autor al final del cuento. Accede a libro pinchando aquí:
✨Si te gustó te recomiendo leer este cuento cada cierto tiempo y las veces que quieras. Cada vez que lo leas podría ser que lo entiendas de forma distinta y entregarte un nuevo mensaje o aprendizaje para tu vida✨
Una vez un rey de un país no muy lejano reunió a los sabios de su corte y les dijo:
“He mandado hacer un precioso anillo con un diamante, con uno de los mejores orfebres de la zona. Quiero guardar oculto dentro del anillo, algunas palabras que puedan ayudarme en los momentos difíciles. Un mensaje al que yo pueda acudir en momentos de desesperación total. Me gustaría que ese mensaje ayude en el futuro a mis herederos y a los hijos de mis herederos. Tiene que ser pequeño, de tal forma que quepa debajo del diamante de mi anillo”.
Todos aquellos que escucharon los deseos del rey, eran grandes sabios y eruditos que podían haber escrito grandes tratados, pero pensar un mensaje que contuviera dos o tres palabras y que cupiera debajo de un diamante de un anillo parecía algo muy difícil. Igualmente pensaron y buscaron en sus libros de filosofía por muchas horas sin encontrar nada que se ajustara a los deseos del poderoso rey.
El rey tenía muy próximo a él un sirviente muy querido. Este hombre, que había sido también sirviente de su padre, y había cuidado de él cuando su madre había muerto, era tratado como la familia y gozaba del respeto de todos.
El rey, por esos motivos, también lo consultó y éste le dijo:
“No soy un sabio ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje”
“¿Cómo lo sabes?” Preguntó el rey.
“Durante mi larga vida en Palacio me he encontrado con todo tipo de gente, y en una oportunidad me encontré con un maestro. Era un invitado de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando nos dejó, yo lo acompañe hasta la puerta para despedirlo y como gesto de agradecimiento me dio este mensaje”.
En ese momento el anciano escribió en un diminuto papel el mencionado mensaje, lo dobló y se lo entregó al rey.
“Pero no lo leas”, dijo. “Mantenlo guardado en el anillo y ábrelo sólo cuando no encuentres salida en una situación”.
Ese momento no tardó en llegar, el país fue invadido y su reino se vio amenazado.
Estaba huyendo a caballo para salvar su vida, mientras sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y sus perseguidores eran numerosos. En un momento llegó a un lugar donde el camino se acababa, y frente a él había un precipicio y un profundo valle.
Caer por él sería fatal. No podía volver atrás, porque el enemigo le cerraba el camino. Podía escuchar el trote de los caballos, las voces, la proximidad del enemigo.
Fue entonces cuando recordó lo del anillo. Sacó el papel, lo abrió y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso para el momento y que simplemente decía “Esto también pasará”.
En ese momento fue consciente de un gran silencio. Los enemigos que lo perseguían debían haberse perdido en el bosque o equivocado de camino. Ya no se sentía el trotar de los caballos y lo rodeaba un inmenso silencio.
El rey se sintió profundamente agradecido al sirviente y al maestro desconocido. Esas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a guardarlo en el anillo, reunió nuevamente a su ejército y reconquistó su reinado.
El día de la victoria en la ciudad hubo una gran celebración con música y baile y el rey se sentía muy orgulloso de sí mismo.
En ese momento, nuevamente el anciano estaba a su lado y le dijo:
“Apreciado rey, ha llegado el momento de que leas nuevamente el mensaje del anillo”
“¿Qué quieres decir?”, preguntó el rey. “Ahora estoy viviendo una situación de euforia y alegría, las personas celebran mi retorno, hemos vencido al enemigo”.
“Escucha”, dijo el anciano. “Este mensaje no es solamente para situaciones desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando te sientes derrotado, también lo es para cuando te sientas victorioso. No es sólo para cuando eres el último, sino también para cuando eres el primero”.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje… “Esto también pasará”
Y nuevamente sintió la misma paz y silencio en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba. Pero el orgullo, el ego había desaparecido.
El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Lo malo era tan transitorio como lo bueno.
Entonces el anciano le dijo:
“Recuerda que todo pasa. Ningún acontecimiento ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche; hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.”
Pero… ¿cuánto de lo que hacemos está condicionado por lo que piensan otras personas de nuestro actuar?
Lamentablemente pareciera ser más de lo que quisiéramos o pensamos, ya que muchas veces la forma en que nos movemos por la vida esta condicionada por nuestro inconsciente.
Actuar inconsciente se refiere a un comportamiento que podemos haber adquirido mucho tiempo atrás como mecanismo adaptativo y que hoy simplemente repetimos sin consciencia alguna de por qué lo hacemos así.
¿Cuántas veces hemos dicho cosas que en realidad no pensábamos sólo por quedar bien?
¿Cuántas veces hemos ido a lugares que en realidad no teníamos ni media ganas de ir?
¿Cuántas decisiones hemos tomado (o no tomado) por lo que nuestra familia, amigos o pareja pudieran pensar?
Cada vez que actuamos para agradar a otros nos cansamos, estresamos, deprimimos, enojamos y enfermamos. Nos alejamos de nosotras mismas, de nuestros verdaderos deseos y personalidad, perdiéndonos del disfrute, alegría y plenitud de actuar sintiéndonos en libertad.
Muchas veces detrás de esto existe una necesidad por encajar, por adaptarnos a nuestro círculo social, cultural o familiar. Nuestros propios miedos de no ser aceptadas o reconocidas comienzan a guiar nuestro actuar.
Lo importante es tomar conciencia de qué cosas hacemos o decimos para quedar bien con otros o adaptarnos mejor en esta sociedad. Reconocer nuestros miedos es el primer paso para comenzar a trabajar en ellos, fortaleciendo así nuestra autoestima para permitirnos ser lo que realmente somos.
Muchas de las personas que llegan a la terapia floral llegan buscando un alivio natural para los molestos y a veces torturantes dolores de cabeza.
La terapia floral considera que la enfermedad es producida por un conflicto emocional no resuelto, por lo que el tratamiento se enfoca en una primera instancia en como vive cada persona el dolor y nunca en el síntoma como algo estandarizado.
Una pregunta que nos hacemos para comenzar es qué pasa en nuestro ánimo cuando los dolores de cabeza invaden nuestros días para hacernos cargo primero de esta emoción…
Luego viene la gran tarea… comenzar a identificar ciertos patrones en nuestros dolores… Cuándo se producen y qué hay en común en aquellos días en que el dolor se toma nuestra cuerpo, pensamientos y la vida entera…
¿Qué días? ¿En qué horarios? ¿Estuve con alguien en particular? ¿Qué pasó? ¿Qué no pasó? ¿Qué dije? ¿Qué no dije? ¿Pasé algún mal rato? ¿Fui muy autoexigente? ¿Me sentí obligada a hacer algo? ¿Tuve que guardar mi opinión? ¿No pude expresar mi rabia? ¿No pude defenderme? ¿Me criticaron? ¿No me escucharon? Etc, etc, etc…
Así cuando hemos encontrado la posible causa nos enfocamos en modificar el habito o pensamiento que hay detrás de cada dolor. Cuando logramos encontrar el conflicto emocional el síntoma desaparecerá, habremos creado un nuevo patrón de pensamiento y herramientas para nuestro sano desarrollo emocional y personal.
💟Algunas Flores de Bach que te podrían ayudar:
🌸Agrimony: cuando la reprensión emocional y dificultad de expresarnos con sinceridad termina provocando un fuerte y torturante dolor de cabeza.
🌸Chestnut Bud: cuando el dolor es repetitivo y no se encuentra solución, nos ayuda a tomar conciencia de la posible causa que gatilla el dolor.
🌸Centaury: cuando el dolor de cabeza se produce por la dificultad de poner limites y decir que no, cuando sentimos han pasado a llevar nuestra voluntad o somos nosotras mismas quienes la pasamos a llevar.
🌸Elm: cuando la sobrecarga de tareas y presión por cumplir termina agobiándonos, dando como resultado un abrumador dolor de cabeza.
🌸Impatiens: cuando la lentitud de las cosas termina haciéndonos perder la paciencia llegando a provocar dolor de cabeza. Para quienes van de un medicamento en otro por no tener la paciencia de esperar a ver si da resultados.
🌸Mimulus: cuando el miedo, ansiedad y nerviosismo terminan provocando dolor de cabeza.
🌸Olive: cuando los dolores terminan en un cansancio psicofísico, ya sea por el dolor mismo o por no encontrar una solucion definitiva que alivie el dolor.
🌸Scleranthus: cuando la dificultad para tomar decisiones termina en dolores de cabeza.
🌸Rock Water: cuando el dolor de cabeza proviene de nuestra propia autoexigencia.
🌸Rescue Remedy: aporta alivio rápido cuando un dolor de cabeza se produce por una emergencia o shock emocional.
🌸Vervain: para personas con exceso de energía, ideas, pensamientos y entusiasmo, cuando esta energía y tensión interna termina en dolores de cabeza.
🌸White Chestnut: preocupaciones y pensamientos obsesivos que dan vueltas y vueltas sin poder parar la mente provocando dolor de cabeza.
✨¡Y recuerda! El cuerpo es un gran mensajero que a través de sus síntomas intenta hacer visibles nuestros conflictos emocionales no resueltos, para que a través de ellos evolucionemos✨
Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaban en los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota sólo tenía la mitad del agua.
Durante dos años completos, esto fue así diariamente, desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.
Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguatero diciéndole:
“Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir.”
El aguatero apesadumbrado, le dijo compasivamente:
“Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.”
Así lo hizo la tinaja, y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.
El aguatero le dijo entonces:
“¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen de tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, incluidos tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.”
Autor desconocido
✨Todas tenemos grietas, lo importante es saber que hacer con ellas✨
Siempre, siempre, siempre en un proceso terapéutico en algún momento terminamos hablando de sexualidad, pareciera que la experiencia sexual es algo que buscamos y queremos, pero que muchas veces nos cuesta disfrutar.
¿Y cómo no? Si nuestra sexualidad proviene de una educación deficiente que se preocupa a penas de evitar enfermedades y embarazos, que no nos enseña de autosatisfacción y que nos habla del orgasmo como único sinónimo de placer…
Nos preocupamos de vernos y hacerlo “bien” para la otra persona en vez de REALMENTE SENTIRNOS BIEN🤷🏽♀️
Otras veces traemos con nosotras experiencias que han marcado nuestra autoestima y que en consecuencia afectan como nos entregamos a un encuentro íntimo, nos relacionamos desde el miedo, dudas, culpa, vergüenza, inseguridades y una gran dificultad para expresar, algo fundamental que nos ayuda a soltarnos y sentir de verdad.
Comenzar a trabajar en el disfrute sexual es aprender a liberarnos de nuestras propias exigencias, de las falsas expectativas, miedos, dolores y de las creencias negativas que podríamos tener incluso de forma inconsciente dentro de nosotras mismas.
✨Una sexualidad sana no sólo nos ayuda a disfrutar plenamente de nuestro cuerpo, cuando aprendemos a conocernos, aceptarnos, respetarnos, expresarnos y soltarnos aprendemos a gozar, sentir y disfrutar de la vida en general y de cada momento✨
💟Algunas flores de California y Bach que te podrían ayudar:
🌸Wild Rose: despierta el disfrute, chispa, motivación e interés sexual.
🌸Hibiscus (fes): aporta sensualidad, calidez, dulzura y conexión como respuesta sexual.
🌸Easter Lily (fes): nos ayuda a aceptar la sexualidad como algo natural ante sentimientos de verguenza, culpa o suciedad. Aporta disfrute, libertad y naturalidad sexual.
🌸Pine: para poder disfrutar sin culpas o cuando no responder como quisiéramos nos hace sentir culpables.
🌸Larch: aporta seguridad y autoconfianza.
🌸Poison Oak (fes): ayuda en el miedo al contacto íntimo o temor a que los límites sean pasados a llevar, dificultad para abrirse, confiar y disfrutar.
🌸Star of Bethlehem: ayuda a sanar experiencias traumáticas o dolorosas que aún afectan y que impiden disfrutar.
🌸Rock Water: nos ayuda a fluir y disfrutar sin autoexigencias que limiten el placer.
🌸Crab Apple: nos ayuda a aceptar nuestro cuerpo tal y como es.
🌸Pretty Face (fes): cuando nos sentimos feas e inseguras en relación a nuestra apariencia física, aumenta nuestra autoestima y nos conecta con nuestro carisma y belleza interior.
🌸Impatiens: nos conecta con el momento presente, liberandonos de la ansiedad y el apuro por disfrutar.
🌸Alpine Lily (fes): rechazo o relación conflictiva con el cuerpo, los genitales y la sexualidad, ayuda a integrar el cuerpo en su totalidad.
💟Y recuerda que la sexualidad es algo distinto en cada persona y el trabajo de cada una de nosotras es conocernos, descubrir que nos complica, acompleja o nos cuesta y tener plena consciencia de qué, cuándo, cómo, dónde y con quien nos gusta y elegimos sentir placer.
Comienza un nuevo mes, un nuevo ciclo y una nueva oportunidad de agradecer💫
Mientras escribía recordé que “GRATIDÃO” (gratitud) es una de mis palabras favoritas del portugués, precisamente porque cuando se usa lleva consigo una carga de agradecimiento muy grande, una suerte de honrar lo que en ese momento nos conecta con la gratitud…
Una palabra muy distinta al famoso “obrigad@“ o “gracias” que acostumbramos a dar, como si un sentimiento de fe, conexión especial y un verdadero sentir naciera dentro de mi cuando la quiero expresar🙏
❌Muchas veces caemos en la constante trampa de enfocarnos en lo que falta, dejando de ver lo que en realidad SI TENEMOS, perdiéndonos la oportunidad diaria de valorar, sentirnos felices y disfrutar…
A veces nos complicamos la vida queriendo más y más, lo que nos genera un constante sentimiento de estar en falta, vibrando desde la carencia en vez de la abundancia😖
✔️En cambio, cuando vibramos en agradecimiento atraemos constantemente más por lo que sentir GRATITUD, o mi amada palabra “GRATIDÃO”😍
💟Por eso hoy te invito a tomar consciencia de todo lo que podrías agradecer, cosas tan sencillas como este nuevo día que nos regala la oportunidad de vivir la vida mejor que ayer.
✨Y NO OLVIDES QUE HOY Y TODOS LOS DÍAS SON UN BUEN DÍA PARA AGRADECER✨